Las baterías de los vehículos eléctricos se han convertido en las principales protagonistas del sector de la automoción en los tiempos que corren. Los vehículos de combustión están condenados a desaparecer por las normativas que buscan ciudades más sostenibles y con menos contaminación. Sin embargo, para que los coches eléctricos sean realmente competitivos, sus prestaciones todavía deben continuar mejorando. En este artículo, te contamos cuál es su funcionamiento y su evolución hasta hoy.
Las baterías de los vehículos eléctricos son dispositivos que convierten la energía eléctrica en energía química durante la carga y viceversa durante la descarga. En su núcleo, estas baterías cuentan con un paquete de celdas, que suelen ser de ion de litio por su alta densidad de energía y su capacidad de recarga rápida.
Durante la carga, los iones de litio se desplazan desde el cátodo al ánodo a través del electrolito. En la descarga, el proceso es al contrario. Este flujo de iones genera corriente eléctrica, que es la que luego se utiliza para alimentar al vehículo. Por tanto, la eficiencia y la autonomía de un vehículo eléctrico están directamente relacionados con el rendimiento de su batería.
Hoy en día, el funcionamiento de estas sigue siendo la razón principal por la que las ventajas de los coches eléctricos se ralentizan. Si bien el futuro es eléctrico, por ahora no terminan de ser rentables o la opción más idónea cuando se realizan desplazamientos de larga distancia por carretera.
Aunque es cierto que ya existen baterías de vehículos eléctricos con una autonomía elevada, su precio también se alza considerablemente con respecto a los de combustión, por lo que su rentabilidad desciende.
Las investigaciones actuales se centran en superar desafíos como las mencionadas limitaciones en la autonomía y el tiempo de recarga. Para conseguirlo, se buscan innovaciones en el diseño de las celdas, avances térmicos y más recientemente la implementación de inteligencia artificial en la gestión de baterías.
En 2030, se presume que el número de vehículos eléctricos será aproximadamente la mitad del total que circula por las carreteras. Debido a este crecimiento en el mercado de baterías, será necesario construir nuevas instalaciones para su fabricación y gestión posterior.
En la actualidad, las baterías de iones de litio son las que más se utilizan. Pero no solo para la creación de coches eléctricos, sino también para los dispositivos móviles como los smartphones. Este material tiene una alta reactividad, por lo que las baterías que llevan este material tienen una alta tensión y una excelente carga. De ahí que su eficiencia sea también elevada.
Su peso actual ronda los 450 kg, pero su coste de producción sigue siendo elevando. No obstante, los precios deberían ir descendiendo en los próximos años fruto de las mejoras en el rendimiento y por el descenso en los costes, al tener que fabricar más cantidad para poder hacer frente al incremento de la demanda en el mercado de la automoción.
Puesto que las baterías de los vehículos eléctricos emplean minerales, la demanda de estos se ha incrementado por la necesidad de fabricar más de estas piezas para este nuevo mercado en expansión. Esto ha hecho que se eleven también los precios de los materiales y que aumente el número de plantas y proyectos mineros para poder trabajar, con el consecuente impacto medioambiental y social en los países donde se encuentran los minerales.
Hoy en día, el objetivo es reducir el consumo de materiales que escasean o que son difíciles de conseguir, como el cobalto, para cambiarlos por otros como el sodio o el azufre. También se pretende mejorar las condiciones del reciclado de baterías. De hecho, ya son varias las empresas que están diseñando baterías de nueva generación que sean más eficientes y que superen los desafíos actuales.
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